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El escusado

Mirad los estragos de la edad

Artículo para todos aquellos cuyo momento ya pasó, y que esperan, con ansias o sin ellas, la llegada de la dama de negro.     

 

 

 

El paso de los años nos demuestra lo imperfecto que es el cuerpo humano. La piel se arruga, las celulas mueren y los organos dejan de funcionar o, en el peor de los casos, funcionan como les da la gana o a trozos, de tal manera que un abuelo ni se da cuenta si ya ha terminado de hacer caca o no. Y así más casos.

A mi me dicen cantidad de veces "No rajes tanto, qué vas a dejar para viejo??". Seguramente dejaré para viejo algunas ganas de vivir. Ganas lo suficientemente fuertes para sobrellevar la sordera, las piedras en el riñón y el resto de problemas que me apareceran. Y dejaré para viejo una petición: no me lleven a un asilo. Porque ni se imaginan lo triste que es, al menos para un joven, la vida dentro de esos tipos de recintos.

Una residencia de ancianos huele a naranja, o a otros aromas suaves, como la lavanda. Eso por la mañana temprano. Cuando los ancianos despiertan y ocupan el salón, el olor cambia. Se vuelve más putrefacto. Huele a muerte, o lo que es lo mismo, la mezcla de pañales usados, alientos corrompidos y piel gastada. El silencio lo rompe la tos ronca y tosca de un antiguo fumador, las quejas de una ex-ama de casa, y los saludos animosos de los enfermeros.

Los enfermeros tratan a los ancianos como Miliki trataba a los niños. No voy a poner en duda los metodos que llevan a cabo los expertos, ni pongo en duda que a ellos les gusta que les traten así, pero ... yo no lo soportaría. No soportaría en mi estado pre-muerte un fuerte "Buenos dias!!!!!!". Será cosas de la bohemía y derrotismo que me invade. Te plantan un desayuno y te sientan. Prenden el televisor, y alli dejas morir las horas viendo Saber vivir y oyendo los consejos que ya no puedes poner en práctica. Demasiado tarde para decirme que las croquetas son malas para el cáncer de uña.

La programación televisiva sigue con el programa de Así son las cosas, donde te narran los últimos crímenes y casos de obesidad mórbida. Un poquito de escandalo para el cuerpo, pero en su justa medida, sin excesos. Y continua con la telenovela "Amar en tiempos revueltos", para que les salte la lagrimita, ya que la mayoría fueron testigos vivos de esos tiempos revueltos. Horas y horas de televisión que apenas siguen, pues la mayoría se ahueca al sillón que le ha tocado, y echa una cabezada tras otra, consumiendo los mínutos hasta la hora de la cena, dejando pasar las otras diversiones que te ofrecen (gimnasia, dominó, revisteo y cotilleo).

En fin, yo no valdría para que me limpiaran el culo. Sé que eso lo digo ahora y el día que llegue ese momento ya se verá, pero no valgo. Siempre me ha gustado mucho conseguir las cosas por mí solo, me costaba más pedir ayuda que encontrar las soluciones. Cuando sea un viejo quiero protestar, estar en casa, ver lo que yo quiera, y en lugar de que me pongan pasodobles para bailar, ponerme un disco de Ramones y recordar cuando movía las caderas y la melena al son de Havana Affair.

Para terminar, como epílogo, os pondré algo que leí por ahí y me gustó (gracias Saramago) y que comparto con todo aquel que lo lea, si no lo ha leido antes:

Erase una vez, en el país de las fábulas, un familia integrada por un padre, una madre, un abuelo que era padre del padre, y un niño de 8 años. Sucedía que el abuelo ya tenía mucha edad, por eso le temblaban las manos y se le caía la comida de la boca cuando estaban a la mesa, lo que le causaba gran irritación al hijo y a la nuera, siempre diciendole que tuviera cuidado con lo que hacía, pero el pobre viejo, por más que quisiera, no podía contener los temblores, peor aún si le regañaban, el resultado era que siempre manchaba el mantel o el suelo al dejar caer la comida, por no hablar de la servilleta que le ataban al cuello y que era necesario cambiarla tres veces al día, en el desayuno, al almuerzo y a la cena. Estaban las cosas así y sin ninguna expectativa cuando el hijo decidió acabar con la desagradable situación. Apareció en casa con un cuenco de madera y le dijo al padre, "a partir de ahora comerá aquí, sentado en el patio que es más fácil de limpiar para que su nuera no tenga que estarse preocupando con tantos manteles y tantas servilletas sucias". Y así fue. Desayuno, almuerzo y cena, el viejo sentado solo en el patio, llevandose la comida a la boca conforme era posible, la mitad se perdía en el camino, una parte de la otra mirad se le caía por la boca abajo, no era mucho lo que se deslizaba por el vulgo llama canal de la sopa. Al nieto no parecía importarle el feo tratamiento que le estaban dando al abuelo, lo miraba, luego miraba al padre y a la madre, y seguía comiendo como si nada tuviera que ver con el asunto. Hasta que una tarde, al regresar del trabajo, el padre vio al hijo trabajando con una navaja un trozo de madera y creyó que, como era corriente y normal en esas épocas rémotas, estaría construyendo un juguete con sus propias manos. Al día siguiente, sin embargo, se dio cuenta de que no se trataba de un carro, porlo menos no se veía el sitio donde se le pudieran encajar unas ruedas, y entonces preguntó "Qué estás haciendo??". El niño fingió que no había oído y siguió excavando en la madera con la punta de la navaja. "No me has oído? Qué estás haciendo con es palo?" volvió a preguntar el padre y el hijo, sin levantar la vista de la operación, respondió: "Estoy haciendo un cuenco para cuando seas viejo y te tiemblen las manos, para cuando tengas que comer en el patio como el abuelo". Fueron palabras santas. Se cayeron las escamas de los ojos del padre, vio la verdad y la luz, y en el mismo instante fue a pedirle perdón al progennitor y cuando llegó la hora de la cena con sus propias manos le acercó la cuchara a la boca, con sus propias manos le limpió suavemente la barbilla, porque todavía podía hacerlo y su querido padre ya no.

2 comentarios

VargaskY -

Buah ... teniamos que poner algo serio, que no todo va a ser algarabia.

BLETE. -

Qué negativo te veo, compare.
Alguna experiencia te marcó en los últimos días, imagino.

Aplicando tu perspectiva actual, y no futura: ¿Preferirías estar todo el día metido en tu casa y sólo ver a tus camaradas de vez en cuando, o vivir con tus semejantes en lo cotidiano y recibir las visitas de tus padres que ellos considerasen necesarias y oportunas?

PD. no, no tengo ningún familiar en un asilo..